miércoles, 3 de mayo de 2017

Felicidades, mi ángel

He pasado toda la noche en vela, y cuando ha sonado el despertador a las 6:50 de la mañana, ya hacía al menos una hora que tenía los ojos como platos. Últimamente me cuesta dormir un montón sin ayuda de la tila, el agobio y el ir a mil por hora cada día haciendo cosas provoca que el insomnio venga a mí cada noche.

Inicio la entrada de esta forma, para que tome sentido el que ni sepa en qué día vivo cada vez que abro los ojos al amanecer. Las semanas se pasan en un bostezo, ese que proyectas al despegar las sábanas del cuerpo, el que transmite que tu mente necesita seguir descansando. Llegó un momento en que me di cuenta de que los días escapan de mi control, así que decidí amoldarme a ellos en vez de intentar pillarlos a la desesperada.

Hoy por casualidad he mirado el día, “3 de mayo” he dicho en voz bajita y adormilada. Vuelvo a desbloquear el móvil, “¿3 de mayo? ¿Ya?”. Y sin demorarme mucho más, me he puesto a recordarte. Cada año que pasa, espero ansiosamente a que llegue el 3 de mayo, vivo enamorada de esa fecha y eso ya lo sabes. Para mí, más que un día especial, es un día fuera de lo común. Parece que el sol brilla con más intensidad, por casualidad te saludan casi todas las personas con las que te cruzas, no paras de ver sonrisas radiantes y olvidas el día anterior, la noche sin dormir y todos los demás meses para desear vivir en bucle en este día.

Hago todo por y para ti, siempre pienso que te sentirías orgulloso de mí. La abuela no para de recordarme tus gestos, tus miradas, tu forma de expresarte, tu deseo de que mamá te diera una nieta después de haber estado toda tu vida rodeado de varones (excepto mi preciosa mami, a la que cuidaste y mimaste como el tesoro más preciado del planeta) y tu sonrisa, vaya si me hablan de tu sonrisa. Dicen que no parabas de irradiar luz a través de ella y que mi forma de sonreír constantemente les recuerda un montón a ti.
Ya sabes que me encanta cuando la abuela saca tu álbum de fotos, tener la oportunidad de observarte e imaginar cómo en cada una de ellas tomas movimiento para representar la historia que se esconde detrás. Y es que por desgracia, no puedo hacer otra cosa que imaginar cómo eras, sin quedarme con el momento captado por la cámara.

Adoro con todo mi ser poder hablar de ti y compartir en familia cada una de tus historias, tanto me meto en mi papel que parece que las he vivido junto a ti. Personas ajenas a la familia, me preguntan cuánto tiempo pude disfrutarte al admirarse de que “recuerde” todo aquello siendo tan joven como soy y haciendo bastante ya que falleciste.
Sonrío y contesto que nunca lo hice. No llegué a sentarme en tus rodillas, ni a sentir el calor de tu regazo en un abrazo, ni a escuchar todos los consejos sabios que seguro tenías para mí. Pero tal era tu deseo de que llegara a este mundo, que decidí implicarme desde bien pequeña en saber de ti, cada detalle, para compensar todos los años que me he perdido. Y vaya si lo conseguí, podría contestar hasta las preguntas más rebuscadas de ti, me han educado con una figura de abuelo sin tenerla y me siento muy orgullosa de que todos ellos así lo hayan decidido. Una persona muere si se deja de recordarla, y tú nos acompañas en nuestro día a día, siempre.

Y tu impulsividad e inocencia algunas veces, abuelo, eso también lo tengo en mí. Mamá dice que ibas de aquí para allá, todo el día sin parar de hacer tratos absurdos para poder cumplir todos tus deseos. Porque no, si algo se metía en tu mente no había quien te sacara de tu idea de hacerlo y ponías todos los medios posibles para que así fuera. Ríen a carcajadas contando cuando en una de tus fantasías, llenaste la vaquería entera de terneros charoleses, te dio por hacer colección de ellos “e iba a Domingo ‘el gitano’ y le decía: te cambio esto, esto y esto por un ternero”. Venías muy contento cuando tenías uno nuevo, porque para ti cada uno de ellos era precioso por una característica en especial. Yo río al escucharlos reír, no por tu locura, esa que hace que caigas de lleno en quererte a rabiar, sino porque veía cómo con tu imaginación y un poco de ganas, te convertías en un niño pequeño cuyos sueños sin sentido superaban con creces cualquier otra cosa y hacían que llegaras a tocar la felicidad en su máximo explendor. Todos los que te han rodeado, han disfrutado de tu felicidad. Irónico, ¿no? Tu felicidad era la causante de la felicidad de los demás. Así eras tú.

Es un bonito día para recordarte, para verte reflejado en cada rincón y sentir que cada sensación experimentada hoy es especial, como si fuera la primera vez que la sientes. Tu esencia nos rodea, y hace que cada 3 de mayo no se convierta en un día cualquiera, sino que sea El Día.

Te quiero abuelo, no lo olvides si es que me escuchas, aunque sea bajito; que daría todo lo que tengo y más por ser yo hoy quien cuente cada una de tus historias, esas que aún no me aprendo del todo por miedo a equivocarme y que, realmente, me estés viendo.





2 comentarios:

  1. Laura eres increíble y tus palabras lo son aún más. Cada párrafo que leía provocaba en mí un escalofrió constante a la vez que una delicada dulzura al ver con que bonitas palabras recuerdas a una de las personas más importantes de tu vida. Tengo que decirte que me siento muy reflejada con cada una de tus frases y que como tu dices daríamos todo lo que fuera por volver a tenerlos a nuestro lado y que al oído nos cuenten esas historias que nos hacían tan felices. Como siempre tengo que felicitarte y decirte que cada día me vuelves a sorprender y espero que siga siendo una rutina. Un saludo.

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    1. Muchísimas gracias Beatriz, me alegra que te hayas encontrado en cada una de mis palabras pues es increíble cuando rompes la coraza para manifestar tus sentimientos y encuentras a personas que se ven reflejadas en ellos.
      Para mí, mis abuelos son mis héroes y de los que he aprendido la mayor parte de lo que se por lo que todo lo que les dedique, se les queda corto.
      Un saludo.

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